Luego de una larga carrera en el teatro profesional, y en el intento de legar a nuestro teatro, alguna marca que sirva a los que me sucederán. Fue así que quise ampliar el pequeño manual de ayuda a docentes para el quehacer teatral, llamado "Apuntes de dirección teatral". Lo releí varias veces, y concluí que sería de suma utilidad ampliar el contenido del mismo, agregando a la vez algunos ejemplos esclarecedores.

En todo este tiempo de labores profesionales, me dio mil vueltas en la cabeza la idea de a qué se asemeja la tarea del director de teatro. Finalmente, concluí que es un "alquimista de almas". Sí. Él trabaja con actores y actrices desde esa nervadura profunda y delicada, que la conocemos como "interior", o por qué no llamarla "alma". Cada actor o actriz, desde el inicio de la puesta en escena de una nueva obra teatral, toma su cuerpo, su voz y sus sentimientos poniéndolos en manos del director, para lograr esa transformación necesaria que le permitirá reencarnarse y representar roles diferentes.

Con la publicación de "El alquimista de almas", quiero brindar mi humilde punto de vista, a ser considerado por aquellos que tengan interés en incursionar en la dirección teatral, aclarando que para dirigir no hay reglas ni recetas fijas. Esa otra faceta del alquimista, la que posiblemente no está en este libro, seguro se la irá desarrollando con la misma práctica. Cada director tiene su forma de trabajo, así como la tiene cada actor. ¡Por el teatro, y la enorme capacidad de transformación que posee, tanto en los trabajadores de la escena, como en los espectadores! (Agustín Núñez).