Poemario. Poeta y escritor, Suéscum recibió la condecoración "Por la Cultura Nacional" en el año 2004 por parte del gobierno cubano. Actualmente es embajador ecuatoriano en Paraguay.
Es un Todo triunfal que rinde, a través de vitales versos, un tributo a la naturaleza. Francisco I. Suéscum Ottati define "humanamente" a la población de la naturaleza, en especial a los árboles. En permanente estado de renovación, todo cuanto vive, especie vegetal y animal, en la Tierra, viene en busca de su ciclo, hasta sus palabras.
"Cantos del Mediodía" persuade al lector por su vitalidad y sus expresiones iluminadas. Este libro intuye la caudalosa vida interior de los árboles, los ríos, la lluvia, las simientes, los vientos, las savias, las aves, y la va contando, la va transmitiendo, verso a verso. El acceso a esta forma tan pura de comunicación es un bien para la poesía en sí, muy contaminada, en los últimos tiempos, con el desánimo y el pesimismo. Y, en definitiva, es un bien desacostumbrado, dada la plenitud e intensidad con que se produce. A veces, algunos poemas suyos parecieran tomar la forma de un paisaje.
Es que su modo de comunicarnos con la naturaleza pasa por una gradación de colores muy vivos e intensos. Hay una poesía suya que me ha llamado la atención. La misma se llama "Canto al caballo". "Noble animal", diría yo, y no se me ocurriría ni una sola palabra más. Sin embargo, el poeta lo examina, lo redescubre, al tiempo que le va contando sobre cuánto le fue quitado: la amplitud de los valles, del aire, de las aguas. Sobre la recordación de lo arrebatado viene la consagración.
El autor de "Cantos del Mediodía" lo corona "Señor de los Llanos". Y es que este viejo, viejísimo, inquilino de la Tierra, que representa la fuerza bruta, y que ha abierto el camino hacia la civilización para el hombre, es el animal más desposeído, quizás, pero pareciera que no nos hemos dado cuenta todavía.