La presente obra se planteó desde sus orígenes como un trabajo de escritura colectiva bastado en la poética de la fragmentariedad, llevado a cabo por un equipo de autores de la última generación. La finalidad era hacer una reflexión sobre la situación actual de lo contemplado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos -y sus mil pequeñas y grandes, lejanas y próximas violaciones- buscando un resultado rico en matices.

La complejiad estética del texto final, expresión idónea para el tratamiento de un tema tan multiforme e inabarcable como el propuesto, construye un mosaico escénico en perpetua transformación, un caleidoscopio teatral formado por pedazos rotos de innumerables espejos deformantes, como las imágenes del mundo que la experiencia cotidiana y los medios de comunicación despliegan fugaz, febril y caóticamente ante la mirada anestesiada de los habitantes del siglo XXI.