El no sabia, en el momento de firmar la aceptación, que acababa de comprometerse a: La beca equivocada. Se da cuenta tarde, que el túnel al que ingresó es angosto. Comienza ahí el calvario. En un rincón de esa celda llamada cuartel, se destaca de repente, la silueta de Octavio Parra, el ángel enviado a salvarlo del desastre.
Un compañero que en vez de estudiar con el, le da clases. Pero no solamente de las materias de la Escuela Náutica. Le da clases de vida. Este amigo es, posiblemente un libro abierto por el viento de las causalidades, hacia la más básica metafísica.