En el Condenado por desconfiado, tradicionalmente atribuido a Tirso de Molina, se realiza la fusión de dos diversos elementos, una leyenda de tradición secular, cuyas fuentes fueron fijadas por Ramón Menéndez Pidal y una doctrina teológica centrada en torno al problema sumamente vivo en una época, de la predestinación y el libre albedrío. El trasfondo teológico, desmontado con maestría en el estudio introductorio de eta edición.