A veces me he preguntado si lo que escribo, tratando de atrapar esos resplandores fugaces de palabras milagrosas que parecieran espejarnos, es poesía.
A veces me he preguntado, cuando algún buen consejo me exigía invertir más kilómetros de tinta -muchos más de los que yo dispongo, y de ser posible, la sangre y la vida, si yo puedo pretender la poesía.
Y a veces me he preguntado, cuando el verso pelea por abrirse paso entre cacerolas y horarios y tarifas, entre el mal planchado rol de buena madre y el colectivo retrasado de la realización, si ésta no es la única poesía que puedo conocer.
Cuando pareciera no haber mucha brisa favorable entre las formas conocidas de la cotidianidad, la poesía, tercamente, quiere filtrarse y componer el patio de los duendes, con un poco de sueño y de palabras.
SUSY DELGADO