Una historia que destila añoranza por la infancia perdida, por la mirada inocente y limpia a los niños, por la simplicidad de las cosas frente a la codicia, el ansia de poder y el desmedido instinto de posesión de los adultos. Porque, como aprende el principito en este viaje, hay que mirar con el corazón, ya que lo esencial es invisible para los ojos.