En mis años yo, Zarite Sedella, he tenido mejor suerte que otras esclavas. Voy a vivir largamente y mi vejez será contenta porque mi estrella brilla también cuando la noche está nublada. Conozco el gusto de estar con el hombre escogido por mi corazón cunado sus manos grandes me despiertan la piel.
He tenido cuatro hijos y un nieto, y los que están vivos son libres. Mi primer recuerdo de felicidad, cuando era una mocosa huesuda y desgreñada, es moverse al son de los tambores y ésa es también mi más reciente felicidad, porque anoche estuve en la plaza del Congo bailando, sin pensamientos en la cabeza, y hoy mi cuerpo está caliente y cansado.