Cada capítulo de este libro constituye un encuentro con la clínica, la conceptualización y la ética, y puede leerse como una unidad pero, a la vez, entramado con cualquier otro y con todos los otros. En ellos se desarrollan cuestiones como la responsabilidad de los profesionales que intervienen en la educación; el "desborde" de niños, familias y escuelas; el rol del juego en la intervención clínica, entre muchos otros temas. En estas páginas las autoras, psicopedagogas que vienen desplegando sus prácticas en ámbitos públicos y privados, en el campo de la educación y la salud, desde la función clínica y la función docente, aportan recortes y ejemplos cuidando de no caer en simplificaciones ni reduccionismos sino, antes bien, mostrando que la articulación entre complejidad y singularidad no sólo es posible sino necesaria. Pensar la clínica psicopedagógica desde dispositivos donde las intervenciones no queden destinadas al espacio individual sino que permitan enriquecer el análisis de las prácticas de enseñanza-aprendizaje favoreciendo la construcción de subjetividad que tiene lugar en la escuela es, en suma, uno de los desafíos de este libro.