El actor deberá rodearse de un ambiente de auténtica verdad interior. El problema real para nosotros reside en crear en la escena la vida interior del personaje y del drama, adaptando a esta vida ajena nuestros sentimientos personales y todos los elementos vitales de nuestra alma. Solamente un arte lleno de experiencias directas y vitales del actor puede transmitir los matices impalpables y toda la profundidad de la interior de un personaje. Solo un arte así puede enriquecer la experiencia espiritual del a espectador.

Con estas consignas, Konstantin Stanislavsky construye una nueva y revolucionaria práctica aplicada al oficio del actor. Y es en estas páginas, recreadas a la manera de un diario, con diálogos vivos y amenos, mantenido por un director y sus alumnos, donde podemos adentrarnos en sus teorías aplicadas tanto a la técnica exterior como la interior: la --Suma dramática--

la lectura de este texto es, sin dudas, un punto de referencia para quien se interese por el estudio o la interpretación del teatro, pero no desilusionaría nunca a un lector que aprecie, además la buena literatura.