Cuando hacia 1655 Jean-Baptiste Poquelin, oscuro actor de compañía itinerante que recorría el sur de Francia, decide escribir sus propias obras para representarlas en escena, la comedia era un mero entretenimiento, carente de ambiciones literarias. En manos de Moliere (1622-1673), sin embargo, este género experimentaría una transformación tan radical como la operada en la tragedia por Coneille durante la misma época.