Hace casi un siglo ya, al referirse a la Argentina y el Brasil, Roque Sáenz Peña pronunció la conocida frase: todo nos une, nada nos separa. Sin embargo, la historia de ambos países estuvo signada, antes y después, por la confianza, la rivalidad y la competencia. Los prejuicios y, más aún, el desconocimiento del otro, dominaron el escenario.
Las cosas comenzaron a cambiar en las últimas décadas y los estudios comparados crecieron en forma paralela a la integración económica y a la cooperación política y cultural. Sin embargo, mucho queda todavía por hacer en ambos planos: el del conocimiento del pasado y el de la integración política y económica.