Una cara bonita no sigue simplemente un patrón matemático o principios de forma y función, ni tampoco obedece a un modelo de perfección. ¿Qué hace que un rostro sea bonito? Son los pequeños detalles los que nos convierten en quienes somos. Y son estas pequeñas diferencias las que importan.

La belleza convoca a la aproximación, y aunque en una lectura inicial de una persona podamos engañarnos, la belleza hace que nos aproximemos con mayor facilidad y tengamos tiempo e información para formar una opinión más próxima a la realidad. Aunque no sepamos explicar con exactitud cuáles son los mecanismos biológicos implicados en este proceso, las emociones están allí.

La belleza puede volvernos más orgullosos de quienes somos. Es una inversión que vale la pena.