La poesía de Santiago Espinosa puede inscribirse en la tradición de la escritura elusiva, que persigue la levedad y la aprehensión del momento. Hablando de las ramas estremecidas por "un cardumen naranja", la voz poética nos dice: "Yo soy quien las observa/ mientras dura".
Esa mirada que aprehende lo fugaz sostiene en buena parte El movimiento de la tierra, libro en el que el autor nos aproxima a temas recurrentes: al de la raíz y la pertenencia, que alude a los que se van y a los que se quedan, y también a los ancestros, los orígenes, la memoria que se descifra en el vestigio o que se pierde en la huella. Pero también están presentes la luz, la música, y la naturaleza, encarnada en las montañas omnipresentes, en el mar y la niebla, en un libro pleno de delicadeza y de pequeñas pero poderosas iluminaciones