El empleo "para toda la vida" es una noción del pasado. El cambio de siglo ha traído una redefinición de las relaciones laborales, que implica la disposición a enfrentar el cambio permanente. Las empresas se encuentran ante el desafío de retener y estimular a sus mejores empleados, sabiendo que pueden marcharse en cualquier momento. Los empleados, a su vez, no pueden reposar en la certeza de un trabajo estable, y deben capacitarse continuamente para disponer de las mejores oportunidades.
Las nuevas reglas de juego del mercado laboral exigen una transformación profunda en ambas partes, para que la renegociación permantente de los compromisos entre los empresarios y su personal tenga como resultado el crecimiento y el beneficio mutuo.