Si existe una imagen icónica del artista bohemio, esa es la del novedoso, intuitivo e inconformista pintor francés Paul Gauguin, que abandonó, rebeldemente enfrentado a los convencionalismos de su época, una vida acomodada y burguesa, y una familia estable, para buscar los colores puros, la belleza exótica, primitiva, sin contaminar, de las remotas islas de los mares del sur, iniciando con su peculiar manera de ver el Arte, el movimiento del Simbolismo que tanto repercutiría en los artistas del siglo XX.