Desarrollando su inteligencia emocional, los niños piensan, analizan y conocen la forma en la que sus emociones impactan en sus acciones y derivan en consecuencias. Comprenderán que en ocasiones la causa puede ser el efecto y el efecto la causa. También, se orienta a la toma de decisiones asertiva y se promueve la conciencia del mundo a su alrededor.