En Santa María, el conocido escenario de la narrativa onettiana, Díaz Grey, el medico, Jorge Malabia y el padre Berger desentraña las razones de una muerte demasiado prematura, movidos por el dilema que no alcanza a ser religioso ni ético, quizá sólo humano: Helga Hauser llevada en su cuerpo su propia condena, ya que concebir otro hijo -como todos sabían- le provocaría la muerte.
Con el oscuro recuerdo de los sucedido años atrás, Onetti instiga a sus personajes a revisar el hecho ominoso y su condición de testigos o de responsables, recortando el perfil de cada uno a la luz de sus palabras y dejando que entre ellos se adense ese sentimiento que anuda y que carcome: la culpa.