Una química chilena, la obrera de una maquiladora mexicana, una anciana quechua en el altiplano boliviano, o una adolescente en una barriada de Kingston, Jamaica todos son ejemplos de la gran diversidad de situaciones que enfrentan las mujeres en los países de América Latina y el Caribe. Sin embargo, el progreso económico y social de la región depende, más que nunca, de que se logre incorporar plenamente en el proceso de desarrollo a todas estas mujeres, asegurandoles una porción equitativa de los frutos que rinde este proceso.
En los últimos 20 años, las mujeres han desempeñado un papel esencial en la transformación de América Latina mediante su lucha contra la pobreza y su sostenido apoyo al proceso de reforma política. No obstante, la desigualdad que las separa de los hombres sigue manifestándose en una variedad de situaciones, desde la remuneración por el trabajo hasta la atención de salud, las oportunidades de educación y capacitación, y el acceso al crédito y a distintos servicios.