Sirviéndose de un cúmulo de personajes presentados rápida pero humorísticamente, a través de un par de pinceladas, Rusiñol consigue ofrecernos una ligera idea de las intenciones y actitudes de estos. Paralelamente a esto y con rasgos comunes a los de las novelas decimonónicas y siguiendo las directrices tradicionales al uso, Santiago Rusiñol narra la historia de esta Niña gorda, de todo un fenómeno, o mejor dicho, el folletín de las pericias de un fenómeno de feria.
Hija de un repartidor de entregas literarias, inconsecuente y victima del alcoholismo, y de una mujer tan débil como rama pero que, a diferencia de su padre, nunca dejo de quererla; desde muy pequeñas sus comilonas atroces sembraron el pánico en sus padres, y la juventud hace de ella una mujer monstruosa.