Al acompañar por estas páginas a Ruggierito, que "caminaba hacia las balas haciéndose querer", el lector se adentra en una historia fragmentada con tal maestría que permite ver a cada uno de los personajes desde múltiples facetas, y entender los hechos desde una polifonía de voces que rescata un único narrador testigo, y víctima, del desdén por la vida.

Al desenredar los hechos y los protagonistas entreverados en ellos, la novela da con la punta del ovillo que permite seguir el hilo histórico del siglo xx y las muertes que supo, o supimos, conseguir. Permite contemplar las intrigas políticas, la timba y los burdeles, la cara y ceca de los negociados y la corrupción que coquetea con el poder. Sin claudicar ante el arquetipo fácil del político, el caudillo, los matones, la prostituta, cada personaje se recorta con carnadura propia. En esta crónica con ritmo de policial, la ficción permite describir un auténtico fenómeno sociopolítico nacional. Sin duda habrá otras madejas a desenredar, pero esta, teñida de amores, lealtades, pasiones, poder, ambición y traiciones, es una aguafuerte que reproduce las historias de sexo y muerte de los capos del suburbio.