"Tengo también los borradores de una larga novela: "La Suela", pero dudo que me atreva a guerrear con esos papelotes ano ser que me jubile -no tengo cargos públicos, pocos privados-, o vaya preso y me consientan el uso de alguna maquinita".
Esa fue la primera referencia escrita que obtuve sobre la existencia de esta novela. José M. Rivarola Matto (mi padre) la incluyó en un resumen autobiográfico en 1983. Anteriormente, la habría citado en breves comentarios con íntimos amigos, sin aclaraciones, como si de algo reservado se tratara.
Meses después de su muerte (setiembre de 1998), encontré en el fondo del baúl de los recuerdos, ése que siempre estuvo bajo llave, varias carpetas con papeles amarillentos y quebradizos escritos a máquina. Hojeé tembloroso una de ellas, la más gruesa, hasta que di con el título escrito a lápiz: "La Suela".
No se sabe cuándo la comenzó a escribir. En la solapa de la edición de 1965 de "El fin de Chipí González" ya se la alude, aunque sin nombrarla. Aparentemente, su génesis precede a esta comedia (1954) que escribió a pedido de su amigo Ernesto Báez, mientras dejaba de lado "lo que estaba haciendo".