Los trastornos convulsivos, propios de la epilepsia, amenazan la capacidad física y emocional del niño para enfrentarse a la vida. Por su parte, la familia experimenta sentimientos de angustia, temor, frustración y aislamiento. Sin embargo, esta situación aflictiva puede superarse si los padres reconocen y aceptan la discapacidad de sus hijos y, además, se preocupan por informarse sobre las causas, los síntomas y los tratamientos médicos y psicológicos que existen para ofrecer una vida normal a estos niños