América Latina sufre la ausencia de estrategias propias en sus políticas públicas de incorporación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Sus políticas constituyen meras réplicas de las "recetas" de organismos internacionales. Mientras tanto, la sociedad se apropia de las TIC como puede, dando indicios de sus potencialidades interactivas, posibles generadoras de cambios entre el Estado y la sociedad, de existir voluntad política. Estos "emergentes sociales" aparecen por doquier con múltiples fines, en cybercafés, locutorios, cooperativas telefónicas o en el uso de teléfonos celulares, que en conjunto van resolviendo la accesibilidad y la brecha digital, desorganizadamente. Generar estrategias propias no es tarea fácil. Los gobiernos de la región deberían diseñar nuevos modelos de gestión que acompañen las apropiaciones sociales y contemplen la naturaleza volátil de los procesos de masificación tecnológica, todo ello constatado por mecanismos de evaluación. Estos modelos deberían pensarse desde mecánicas de Gestión del Conocimiento, con sus múltiples morfologías resultantes. Una de las más conocidas es la de "Comunidades de Práctica" (CoPs) que, desde lo informal, está ayudando a contrarrestar la debilidad creciente de los aparatos estatales, con ayuda de las TIC. Algunos Estados "desarrollados" apelan formalmente a ellas para resolver la fragmentación de sus estructuras burocráticas, aprovechando el proceso de desarrollo de su Gobierno Electrónico. Estas morfologías y mecánicas también deberían encontrarse en el centro de la estrategia de la formación de los funcionarios públicos para su apropiación de las TIC, al igual que en los procesos de transformación internos a los propios gobiernos (en su gestión de datos, simplificación registral, estandarizaciones, interoperabilidad, etc.). Por último, se contempla la relación de las TIC, la política y participación social, tanto desde el enfoque de Gobernanza como en el uso que los políticos dan, o no dan, a estas tecnologías.