Sábato es un malentendido. Podría decir, también, que es un gran malentendido. Sobre todo si lo considero en función de las dimensiones geográficas de la Argentina de la cual -en 1997- es uno de los emergentes notorios. Más aún, creo que el proyecto fundamental de Sábato ha sido ése: convertirse en un emergente como el Obelisco o el Aconcagua.