Para Samuel Beckett (Dublín, 1906 - París, 1989), la precaria condición humana siempre se caracteriza por el caos, interior y exterior. Y un debatirse entre afirmaciones contradictorias (verdad y mentira, predestinación y libre albedrío), sin poder afirmar nada excluyente. Desde joven, acepta ese costado sombrío de su carácter y aprende a utilizarlo positivamente al escribir. Su obra "nueve novelas, treinta y dos obras de teatro, numerosos poemas y prosas breves y varios ensayos" va más allá del concepto de absurdo vigente en la época.

Si con su primeras novelas "Molloy, Malone muere y El innombrable" sienta las bases de una nueva forma de narrativa, con Esperando a Godot, estrenada en 1952, plantea una nueva forma de entender el teatro. Desde entonces, el teatro ya no es el mismo. Todos los personajes, reflexiones, diálogos, situaciones y voces que utiliza para expresarse, se desplazan hacia las imposibilidades y problemas lingüístico-metafísicos. Cada vez que se le preguntó por ellos, Beckett (Premio Nobel de Literatura en 1969) se encogió de hombros. Pero de hecho, su escritura propone una forma de entenderlos. En Beckett para Principiantes, la experta Laura Cerrato presenta su obra en el contexto de su biografía y muestra hasta qué niveles una impronunciable esperanza resignifica su desencanto.