En un tiempo de reformas y contrareformas de los sistemas educativos, en que todo se relativiza y parece imposible tener certeza de nada, es relevante volver una vez más a lo sustantivo de la educación. Para ello, se parte en este libro una concepción antropológica que destaca como rasgos definitorios de la persona la unidad, la singularidad, la apertura y la libertad. Desde esa concepción, la educación aparece como un proceso de crecimiento personal, que constituye una tarea para el educando, y en cuya realización debe contar con la ayuda de otros.
La educación se concibe entonces como inter educación, como cooperación entre educando y educador, como tarea compratida que exige un compromiso libre y responsablemente asumido, y unas cualidades cooperativas que hagan fructífera la relación para ambos. Este es el nervio de los tres principios de la acción educativa que se exponene: el principio de crecimiento personal, el de intervención educaiva y el de cooperación, en torno a los cuales se articulas los principales temas de la pedagogía general.