El camino al que nos enfrenta un paciente con vasculitis es largo e intrincado. Se debe plantear la sospecha inicial de la enfermedad, determinar la extensión del compromiso, definir la actividad y repercusión funcional y por último dar la magnitud correspondiente al daño ocasionado. En este punto del camino llega la hora de la decisión terapéutica para lograr la remisión del cuadro clínico y su posterior mantenimiento evitando recaídas.
No obstante las caminos sinuosos existen y así encontramos formas refractarias de vasculitis y complicaciones propias de la enfermedad o del tratamiento instituido.
Un pensamiento profundo y crítico nos llevará al punto correcto de la toma de decisiones.