EL HOMBRE QUE CABALGA

Con la intención de asumir mi sobrevivencia como persona normal y respetada en esta sociedad conservadora y restringida, me derivé intencionalmente a ser catalogado como alguien diferente y elocuente artista por necesidad, asumiendo el rol de actor y tänzer. Hoy me dedico más al Montaje y Dirección para Teatro -Tanz, recopilador y protector de las nuevas tendencias inadecuadas, vanguardistas o no definidas, y también un Gestor Cultural en busca de una vida original y a veces, originaria.

El hecho de sentirse o tener esa versatilidad en el acto de las multiplicidades de acciones llamado teatro como una navaja suiza (diversidad - precisión), te da la posibilidad de realizar actos o acting sin estar sujeto al compromiso que la misma definición te exige y te define. Defino y altero a los demás sin omitir o negar a las otras versatilidades, como siempre "Integrarse al mundo, sin ser del mundo", un rústico, simple y humilde deseo, vivir frescamente sin descompensarme ni diluirme en ello, siempre convertir el metal en oro, siendo aquel líquido que siempre se forma y se transforma, el mercurio primordial.

Existió sí un largo trajinar, un recorrido arduo de muchos mundos en un solo mundo. Una diversidad amplia cultural, arrimada a mis hombros, que me permitió destituir muchos signos y símbolos de culturas, morales y religiones que influenciaron y fueron introduciéndose en mi cabeza y espíritu.

Me llevó muchos años ver, escuchar, practicar con cientos de compañeros, maestros, profesores y personas, llamadas "normales" y otras no, que me acompañaron en trayecto de experiencias por diversas culturas y mini culturas de este mundo. Llevó tiempo entender en acción y experiencias estas convivencias, para poder adquirir definiciones y propios significados útiles y no útiles, de experiencias comunitarias.

¿Dónde radica el valor de las personas y el porqué de sus actos?; diversas existencias definieron a la mía, siempre con la algarabía de la correcta interpretación y entendimiento de las cosas, pero principalmente, de nuestros semejantes, resistiendo a esta espera vivencial. La propia convivencia con las personas ayuda en cualquier momento a forjar caminos justos y equilibrados, hacia nuevos desafíos.

Un puente donde se puedan apoyar los pasos nuevos y olvidados, unas huellas en espera, a ser caminadas por dentro y ser guiadas, sin alterar tus mismos pasos y deseos por vivir las nuevas experiencias, un camino más, un puente inverso. (Wal Mayans).