Usted y yo estábamos buscándonos. No nos conocíamos, pero nos necesitábamos. Usted, que es tan bueno para contar chistes, y yo, que me los conozco todos, no podemos estar separados. Yo sin usted sería un libro más. Usted sin mí sería un contador frustrado. O, en el mejor de los casos, un contador que cuenta siempre los mismos chistes. Reparemos esa falta. Hoy puede ser el gran día, no perdamos esta oportunidad. Ni usted ni yo.

Obsérveme bien, recorra con su mirada mi volumen y perciba todo lo que tengo para darle. Luego de que me haya mirado tómeme entre sus manos, fuertemente. Aprisione mis tapas, sienta el placer de acariciar mi lomo y lléveme con usted. Ah, tengo un pedido muy especial: ¡por favor, antes de irse no se olvide de pagarlo! Y que me disfrute...