Es la constelación de esas insignias lo que constituye para el sujeto el Ideal del yo. Jacques-Alain Miller presenta esta frase que recoge de Lacan, de sus Escritos; en adelante el pasaje dejará de resultar familiar a sus oyentes. Y es que allí donde se había instalado la rutina de una lectura, la evidencia de un sentido, la comodidad de lo ya sabido, surge de pronto un problema. ¿Qué justifica el término constelación? ¿Por qué no se dice cadena? ¿Por qué se trata de insignias y no de significantes? Lentamente, en voz baja al comienzo, Miller busca la solución echando mano al conjunto de los textos de Lacan. Los compara. Los pone en tensión. Encuentra la lógica donde sólo se veía contradicción. Y se entusiasma. Y despierta al público, suscitando un trabajo, provocando una elaboración, sosteniendo una relación con el saber que no es meramente epistémico sino libidinal. Su estilo es claro, sencillo. No cultiva el oráculo ni la sorpresa, sino la demostración. Llega de un modo progresivo al espíritu de sus oyentes, presentando una idea que hace variar para explorar al máximo todas sus posibilidades, al estilo Bolero de Ravel, como él mismo sostiene. Finalmente, el texto de Lacan se ilumina, la práctica psicoanalítica se esclarece y la interrogación se detiene para recomenzar una semana más tarde. Luego de un año habrá recorrido la doctrina de la identificación, la función del síntoma, la lógica de la interpretación, el tiempo del análisis. Largamente esperada, la publicación de Los cursos permite al lector de habla castellana comprender de qué manera la orientación lacaniana ordena los textos y la experiencia analítica, y verificar por sí mismo la influencia decisiva de la enseñanza de Miller sobre el psicoanálisis actual. Graciela Brodsky