El tema que trata James en esta novela es en efecto otra vuelta de tuerca al horror, y provoca en el lector una impresión perturbadora por la delicadeza con que se van insinuando los acontecimientos, sin afirmar nada.

Quizá el aspecto más valioso de este relato, en el que intervienen dos niños y su institutriz, es que el lector nunca sabe con certeza si lo ocurrido responde a un disturbio mental de la institutriz o en realidad los fantasmas de los criados se han aposentado tanto en la casa como en el alma de los niños.

En Otra vuelta de tuerca James muestra asimismo: la clara intención de apoyar la moral victoriana, expresada en los propósitos de la institutriz de educar a los niños, en contraposición con las turbulentas presencias fantasmales. Y es aquí donde James deja al lector concluir por sí mismo el trasfondo del asunto: ¿son en realidad fantasmas los que rondan por la casa, o se trata simplemente de la mente trastornada de la niñera?
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